Tenía el celular al 8% llegué a casa cansado y en cuanto me dijo para ir a comer crepps simplemente le dije:
-Está bien, vamos, voy a dejar mi celular cargando.
*Ah bueno, entonces yo también lo dejaré.
Y así fue, cada uno dejó su celular; cogió su pequeño gorro militar y salimos, dejando a Tiggo meneando la cola esperando a que le ponga su arnés y llevarlo con nosotros, pero, esta vez se quedaría a cuidar la casa.
Disfrutamos de los crepps y los jugos; yo me pedí - el de siempre - un crep de manzanas acarameladas con canela en polvo, rodajas de fresa; una bola de helado de vainilla, y crema chantilly. De refresco, un smoothie - no sé por qué no lo llaman batido helado - de piña, plátano y fresa, sí, más fresa.
Hablamos de como gira el mundo y vuelan las moscas. También de cómo anda la gente de distraída, eso fue, porque tuve que aclarar que mi batido era de piña, plátano y fresa, y no de: piña, plátano y mango como lo estaban preparando - y como está en la carta- porque, básicamente, no me gusta el mango más que como fruta, sola y entera. Terminamos empachados, pedimos la cuenta, y salimos.
En el camino me acordé que tenía que comprar café molido, entonces, se acordó que debía comprar shampoo para nosotros y Tiggo.
*Tú vas a comprar tu café y yo voy al super a comprar lo demás, te veo fuera.
-Está bien, porque, seguramente, vas a demorar más que yo, si no te veo en caja, te veo fuera.
Cruzamos la calle juntos, pero al cruzar nos separamos, uno siguió defrente al super y el otro tuvo que volver a cruzar a por el café. Siempre se me olvida que debo hacer la cola debajo del letrero que dice "al peso", solo llego y pregunto si están en la cola, cualesquiera que sea. Solo hubo uno delante mío, así que está vez no fue dramático. Pedí un cuarto de caracolillo y un cuarto de especial; para ganar tiempo, pagué mientras me pesaban y servían el café, salí y me fui al super.
Al llegar vi las cajas vacías, supuse que aún seguía buscando el shampoo, entré y busqué por aquí y por allá, y nada, luego se me ocurrió que pudo haber ido a comprar carne, así que me fui hasta esa sección y tampoco estaba, salí revisando una por una las cajas y no estaba. Salí y había mucha gente en cola al cine, pero no estaba quien buscaba; volví a entrar, esta vez me fui a la panadería, volví por la sección de farmacia y luego mascotas y no estaba. Se me ocurrió que tal vez se le antojó anticucho entonces salí a ver, pero no estaba ahí tampoco, volví por última vez sin suerte.
¿Tal vez me demoré en el café? Las cajas estaban vacías como nunca, seguro pudo comprar rápido y se fue a casa. Qué angustia, ¿le habría pasado algo? ¿Tuvo una emergencia y fue rápido a casa? Como fuere me regresé pensando en eso y más, siempre mirando hacia atrás por si venía.
En la recepción no me dieron razón de su ingreso, en cuanto entré a casa Tiggo comenzó a pegar brincos como cabra, ladrando y exigiendo que lo saque; no estoy seguro de que Tiggo hiciera eso, porque siempre lo hace, así que, lo supongo. Yo solo vi, que al entrar no habían bolsas del super sobre la cocina, así que solo pensé en una cosa: "Aún me está esperando".
Le puse el arnés a Tiggo, y llame un ascensor que mandé al piso 20 y al momento llamé al otro, para evitar cruzarnos en ese trayecto, salí apresuradamente preguntando si es que ha llegado, me dijeron que no; trataba de ir rápido, pero Tiggo como siempre va meando cada 15 o 20 pasos, o menos si hay un árbol o poste entre tanto, a la vez me iba pensando si al llegar me estaría esperando o ya se habría regresado a casa.
No creo que aún esté esperando - me decía en una suerte de soliloquio-- nadie lo ha hecho, ni la auro (mi madre), siempre que quedábamos en vernos en un sitio, si no veía a nadie se iba, sin más, y ya la encontrábamos en casa comiendo o sirviéndose algo para comer.
A una cuadra vi una ambulancia, se me paró la respiración, dejé de hacer sinapsis por un momento, que tal si al separarnos, tropezó y cayó, yo estaba pensando en los cafés que iba a pedir y contando mis monedas, estaba distraído, no me hubiera dado cuenta. Que tal si quisieron robarle algo y le hicieron daño. Solo seguí, seguí hasta la entrada del recinto donde está el super, y de lejos pude ver el rostro de la desorientación hecha persona, mirando de un lado al otro, pensando en quién sabe qué, y yo... Sorprendido, con el alma en pedazos, sintiéndome tan mal por haberme ido, calculé que todo el proceso de la búsqueda infructuosa, ir a casa y volver pudo haberme tomado unos 30 minutos, tranquilamente, y lo único que hizo fue... Esperar.
Me acerqué, y en cuanto me vió, cambio su rostro, se llenó de furia y comenzó a gritar y despotricar, y yo no dejaba de pensar nada más en que me había esperado, que le importo tanto que solo esperó y esperó con la esperanza que volvería y nos regresaríamos juntos a casa, solo le dije que se calme y que nos vayamos de ahí, no es bueno pelear en la calle.
Y así fue, caminamos los tres hasta la casa, la ratonera, le quité el arnés a Tiggo y con toda la calma y amabilidad del mundo le dije: terminamos.
Ahora no estoy solo, siempre tengo a Tiggo... Y eso ya es pedir mucho.