Lo mató un camión cuando intentó cruzar la calle para ronronearle a la
maldita gata que ricamente se lamía y se lamía del otro lado.
Lo más seguro fue que las hormonas lo alborotaban y su instinto reproductivo no le dejó percatarse de lo que ocurría a su alrededor, no le dejó oír al perro que le ladraba, no sintió el agua fría que le salpicaba, no olía nada más que las feromonas de la gata, fue cuando coquetamente se dispuso a cruzar la calle, pero para su mala suerte lo cogió el camión y le destruyó la existencia en un segundo, en un revolcón, en un desgarrador maullido.
Aún más sorprendido quedó cuando antes de caer muerto al piso vio a la gata que se alejaba sin inmutarse.
si hubiese sido como Cheshire... se salvaba |
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